ESTE ARTÍCULO CONTIENE SPOILERS DE HORIZON: ZERO DAWN
GAIA: Si hubieras sido madre, Elizabet, ¿Qué hubieras deseado para tu hija?Elizabet: Creo que… hubiera deseado que ella fuera… curiosa. Y llena de voluntad — Incluso imparable. Pero con suficiente compasión para… sanar el mundo… aunque fuera solo un poco.
Fue entonces cuando rompí en llanto. No hablo solo de lágrimas. Me refiero a esas ganas de llorar que vienen desde el pecho, que lo ahogan a uno.
Este diálogo pertenece a la última escena de Horizon: Zero Dawn (o penúltima dependiendo como lo mires). Tras más de 60 horas acompañando a Aloy en la búsqueda de respuestas sobre su madre, fue increíblemente catártico ver cómo nuestra heroína logra tener, no solo un cierre tan satisfactorio a su aventura, sino darse cuenta que se ha convertido en todo lo que la responsable de su existencia soñó que ella fuera.
Pero no fue precisamente esto lo que causó una reacción emocional tan fuerte en mi (aunque ciertamente ayudó), sino la parte de “Sanar el mundo”. Estas tres palabras me revelaron todo un nuevo contexto de este maravilloso y enorme juego. Me hicieron dar cuenta que no se trataba simplemente de derrotar a los villanos, salvar el mundo, descubrir los secretos del pasado y encontrar a nuestra madre. Hay mucho, muchísimo más detrás de las acciones de Aloy y de los demás personajes. Un significado que me hizo amar con mucha más fuerza esta obra de arte.
No hay comentarios:
Publicar un comentario