Fue una gran sorpresa para mi descubrir que me había enamorado de Final Fantasy XIII-2. No tenía razones para sospechar que esto iba a ocurrir pues su predecesor, Final Fantasy XIII, me había parecido un juego... “aceptable”. Un RPG que no destacaba en casi ningún aspecto y que a pesar de una muy positiva crítica inicial, pronto se convirtió en una de las ovejas negras de la saga a causa de su aburrido diseño de niveles, excesiva linealidad, poco inspirada historia y personajes que no conectaron con buena parte del público.
No voy a negar que yo disfruté bastante de algunos elementos de ese juego, específicamente su estratégico y profundo sistema de combate y un par de personajes con los que me encariñe... pero definitivamente no puedo decir que me haya fascinado ni que haya sido especialmente memorable. En conclusión, no me encontraba especialmente interesado en probar su secuela, y creo que esa falta de expectativas ayudó a que me impactara tanto.
A nivel de jugabilidad lo mejor que tiene FFXIII-2 es que hereda el sistema de combate de FFXIII y lo mejora. Solo hay dos personajes cuyos roles (curador, guerrero, mago, buffer, debuffer o defensor) pueden cambiar en cualquier momento de acuerdo a configuraciones completamente personalizables convirtiendo todos los encuentros, especialmente contra los jefes, en verdaderos retos de estrategia llenos de tensión. Creo que desde que jugué el primer Dark Souls no sentía esa emoción de combatir una y otra vez contra un jefe, mejorando con cada intento hasta derrotarlo con una técnica perfecta.
OK, mentí, no son solo dos personajes, hay un tercer personaje que puede ser llenado por cualquiera de los enemigos que hayamos “capturado”, que tienen roles y movimientos específicos y a los cuales entrenamos y mejoramos como si de Pokemones se trataran, añadiendo un elemento de coleccionismo y variedad increíblemente adictivo y que aporta MUCHÍSIMO a las estrategias de combate y a la duración del juego. Yo me atoré en el jefe final del juego por un largo rato (de hecho, me atoré en varios jefes) y fue gracias a los cambios que hice en estrategia y monstruos que eventualmente pude derrotarlo. Amo la sensación que causa superar retos de esta forma.
El mundo que exploramos es una respuesta directa a las críticas que se habían hecho contra FFXIII. De esos limitados pasillos que estábamos obligados a explorar en un orden estricto pasamos a una colección de niveles mucho más abiertos, con muchas zonas opcionales y a los que se suma la posibilidad de viajar en el tiempo (y en algún caso, el clima), lo que cambia bastante el aspecto, estructura y objetivos de los escenarios, ofreciendo mucha libertad para avanzar en la historia, hacer sidequests o distraernos con mini-juegos.
Todo esto está muy bien, pero lo que en verdad hizo que este juego me fascinara en la forma en que lo hizo es su trama. OK, lo acepto su planteamiento es innecesariamente complejo y serpentino, involucrando paradojas temporales, dimensiones paralelas e intervenciones divinas que no siempre tienen sentido (casi nunca tienen sentido). Lightning desaparece tras los eventos del juego anterior convertida en un avatar de una diosa en el mundo por el que pasan los espíritus de los muertos, allí se enfrenta a un misterioso guerrero que quiere “destruirlo todo” y envía a un joven llamado Noel a un viaje por el tiempo a buscar a su hermana Serah con un propósito no discutido.
Juntos, Noel y Serah viajan a través de Pulse y Cocoon, cambiando el pasado para lograr un futuro en que Lightning esté con ella y ambos mundos no sean destruidos.
Si, es prácticamente un cliché de las historias de viajes temporales... pero a diferencia de la gran mayoría de ellas aquí los protagonistas se dan cuenta que su propósito de salvar la humanidad no se dará simplemente con cambiar algo en el pasado, salvar una vida, convencer a alguien de algo o evitar algún pequeño suceso que desencadena un apocalipsis. No. Final Fantasy XIII-2 deja claro que crear un mejor futuro no es una tarea fácil, sino algo que requiere del esfuerzo y dedicación de mucha gente que sin egoísmo ni atajos se dedique a hacer el mundo un lugar mejor para todos.
Esto está representado mediante “La Academia”, una organización liderada por uno de los personajes del juego anterior (el más fastidioso de ellos y que aquí se convierte en uno de los mejores) y que se dedica a la investigación, estudio y mejora del mundo que ahora habitan. Esta es una subversión absoluta de uno de los más grandes clichés de los JRPG, el que dice que todas las grandes organizaciones son malévolas por naturaleza (bueno, en el mundo real lo son). Gracias al viaje en el tiempo vemos los esfuerzos y logros de la academia a través no de los años, sino de los siglos, y cuando los vemos equivocarse no se aferran a sus métodos e ideas como cabría esperar, sino que aprenden de ellos y cambian para mejorar. Esta es una visión realmente esperanzadora y sin duda uno de los principales elementos que me hizo enamorar de este juego.
El juego también maneja otros temas más comunes en el sci-fi y la fantasía, preguntándose si el sufrimiento de unos pocos justifica la salvación de muchos, los caprichos de los dioses, los humanos que se someten a ellos buscando una salida fácil y los efectos colaterales de cambiar el futuro. Si, son familiares, pero están bien manejados en el contexto de la aventura y apoyan su tema principal de trabajar fuerte y sacrificarse por el bien de la humanidad...
...
Hasta el final del juego.
Final Fantasy XIII-2 tiene un final muy bizarro, un giro de último momento que amenaza con deshacer todos los logros de nuestros héroes y dejar al mundo en una situación aún peor que la que buscaban solucionar. Todo para crear un cliffhanger que guíe la historia hacia Lightning Returns, el siguiente juego de la saga.
Aunque este final no altera mi opinión sobre lo grandioso del juego y lo positivo de sus temas, si me presenta un conflicto. Narrativamente, el juego parece querer decir que el esfuerzo tan grande de La Academia y los protagonistas fue en vano, que no vale la pena luchar por mejorar la vida de los demás... sin embargo este mensaje tan oscuro contrasta tan fuertemente con el resto del juego que me inclino a pensar que los efectos de este final en la historia no fueron bien considerados en contexto del resto de ella y que fue hecho así simplemente para justificar el “Continuará” que aparece luego en la pantalla.
O al menos... quiero engañarme de esa manera, porque no quiero aceptar que el destino de estos personajes sea tan oscuro.
No voy a negar que yo disfruté bastante de algunos elementos de ese juego, específicamente su estratégico y profundo sistema de combate y un par de personajes con los que me encariñe... pero definitivamente no puedo decir que me haya fascinado ni que haya sido especialmente memorable. En conclusión, no me encontraba especialmente interesado en probar su secuela, y creo que esa falta de expectativas ayudó a que me impactara tanto.
A nivel de jugabilidad lo mejor que tiene FFXIII-2 es que hereda el sistema de combate de FFXIII y lo mejora. Solo hay dos personajes cuyos roles (curador, guerrero, mago, buffer, debuffer o defensor) pueden cambiar en cualquier momento de acuerdo a configuraciones completamente personalizables convirtiendo todos los encuentros, especialmente contra los jefes, en verdaderos retos de estrategia llenos de tensión. Creo que desde que jugué el primer Dark Souls no sentía esa emoción de combatir una y otra vez contra un jefe, mejorando con cada intento hasta derrotarlo con una técnica perfecta.
OK, mentí, no son solo dos personajes, hay un tercer personaje que puede ser llenado por cualquiera de los enemigos que hayamos “capturado”, que tienen roles y movimientos específicos y a los cuales entrenamos y mejoramos como si de Pokemones se trataran, añadiendo un elemento de coleccionismo y variedad increíblemente adictivo y que aporta MUCHÍSIMO a las estrategias de combate y a la duración del juego. Yo me atoré en el jefe final del juego por un largo rato (de hecho, me atoré en varios jefes) y fue gracias a los cambios que hice en estrategia y monstruos que eventualmente pude derrotarlo. Amo la sensación que causa superar retos de esta forma.
El mundo que exploramos es una respuesta directa a las críticas que se habían hecho contra FFXIII. De esos limitados pasillos que estábamos obligados a explorar en un orden estricto pasamos a una colección de niveles mucho más abiertos, con muchas zonas opcionales y a los que se suma la posibilidad de viajar en el tiempo (y en algún caso, el clima), lo que cambia bastante el aspecto, estructura y objetivos de los escenarios, ofreciendo mucha libertad para avanzar en la historia, hacer sidequests o distraernos con mini-juegos.
Todo esto está muy bien, pero lo que en verdad hizo que este juego me fascinara en la forma en que lo hizo es su trama. OK, lo acepto su planteamiento es innecesariamente complejo y serpentino, involucrando paradojas temporales, dimensiones paralelas e intervenciones divinas que no siempre tienen sentido (casi nunca tienen sentido). Lightning desaparece tras los eventos del juego anterior convertida en un avatar de una diosa en el mundo por el que pasan los espíritus de los muertos, allí se enfrenta a un misterioso guerrero que quiere “destruirlo todo” y envía a un joven llamado Noel a un viaje por el tiempo a buscar a su hermana Serah con un propósito no discutido.
Juntos, Noel y Serah viajan a través de Pulse y Cocoon, cambiando el pasado para lograr un futuro en que Lightning esté con ella y ambos mundos no sean destruidos.
Si, es prácticamente un cliché de las historias de viajes temporales... pero a diferencia de la gran mayoría de ellas aquí los protagonistas se dan cuenta que su propósito de salvar la humanidad no se dará simplemente con cambiar algo en el pasado, salvar una vida, convencer a alguien de algo o evitar algún pequeño suceso que desencadena un apocalipsis. No. Final Fantasy XIII-2 deja claro que crear un mejor futuro no es una tarea fácil, sino algo que requiere del esfuerzo y dedicación de mucha gente que sin egoísmo ni atajos se dedique a hacer el mundo un lugar mejor para todos.
Esto está representado mediante “La Academia”, una organización liderada por uno de los personajes del juego anterior (el más fastidioso de ellos y que aquí se convierte en uno de los mejores) y que se dedica a la investigación, estudio y mejora del mundo que ahora habitan. Esta es una subversión absoluta de uno de los más grandes clichés de los JRPG, el que dice que todas las grandes organizaciones son malévolas por naturaleza (bueno, en el mundo real lo son). Gracias al viaje en el tiempo vemos los esfuerzos y logros de la academia a través no de los años, sino de los siglos, y cuando los vemos equivocarse no se aferran a sus métodos e ideas como cabría esperar, sino que aprenden de ellos y cambian para mejorar. Esta es una visión realmente esperanzadora y sin duda uno de los principales elementos que me hizo enamorar de este juego.
El juego también maneja otros temas más comunes en el sci-fi y la fantasía, preguntándose si el sufrimiento de unos pocos justifica la salvación de muchos, los caprichos de los dioses, los humanos que se someten a ellos buscando una salida fácil y los efectos colaterales de cambiar el futuro. Si, son familiares, pero están bien manejados en el contexto de la aventura y apoyan su tema principal de trabajar fuerte y sacrificarse por el bien de la humanidad...
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Hasta el final del juego.
Final Fantasy XIII-2 tiene un final muy bizarro, un giro de último momento que amenaza con deshacer todos los logros de nuestros héroes y dejar al mundo en una situación aún peor que la que buscaban solucionar. Todo para crear un cliffhanger que guíe la historia hacia Lightning Returns, el siguiente juego de la saga.
Aunque este final no altera mi opinión sobre lo grandioso del juego y lo positivo de sus temas, si me presenta un conflicto. Narrativamente, el juego parece querer decir que el esfuerzo tan grande de La Academia y los protagonistas fue en vano, que no vale la pena luchar por mejorar la vida de los demás... sin embargo este mensaje tan oscuro contrasta tan fuertemente con el resto del juego que me inclino a pensar que los efectos de este final en la historia no fueron bien considerados en contexto del resto de ella y que fue hecho así simplemente para justificar el “Continuará” que aparece luego en la pantalla.
O al menos... quiero engañarme de esa manera, porque no quiero aceptar que el destino de estos personajes sea tan oscuro.
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