Cuando hablamos de videojuegos modernos vienen a nuestras mentes imágenes de campos de batalla hiperrealistas, de personajes casi humanos y de momentos épicos. Esto es normal teniendo en cuenta que las grandes compañías del sector invierten cientos de millones de dólares para que equipos de cientos de programadores, artistas y escritores creen obras impresionantes con tecnología de punta. Estos son los llamados “videojuegos AAA”.
Pero no es lo único que ofrece esta industria. Como contraparte a ello tenemos equipos pequeños, de menos de 15 personas (o en ocasiones, solo una persona) que desarrollan títulos más pequeños, a veces financiados por ellos mismos o mediante campañas de recaudación. Muchas veces estos títulos independientes recuerdan, tanto visualmente como por su sencillez, a los juegos de los 80’s y los 90’s con los que muchos crecimos y por esto mismo muchos cometen el error de considerarlos “obras menores”.
Pero no es así. Al no contar con la presión de los grandes estudios, de investigaciones de mercadeo y focus groups, los juegos independientes tienen mayor libertad para experimentar con ideas y mecánicas revolucionarias, con historias maduras y subversivas. Igual que el cine independiente, es aquí donde se gestan los grandes talentos que marcan el rumbo de este medio artístico.
Y estos son algunos de esos juegos, que no pueden dejar pasar por ningún motivo:
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