Una de las portadas de cómics más famosas de todos los tiempos es la del primer número de Capitán América, publicado en marzo de 1941. En ella vemos a Steve Rogers golpeando a Adolf Hitler en la cara. Hoy en día, esta imagen sería considerada por muchos como “demasiado política” para un superhéroe, de quien solo se pretende que combata con supervillanos y no se interese en los temas que ya hacen tan complicado el mundo real.
A lo largo de miles de páginas de cómics, estos han tocado temas de relevancia política como el racismo, el consumo de drogas, el feminismo, los derechos civiles, la inmigración, y hasta la homosexualidad. El mismo Stan Lee habló en varias ocasiones sobre la importancia de que los cómics presenten estos temas a sus lectores.
Sin embargo, la oleada de películas y series sobre superhéroes que comenzó la década pasada apenas ha tocado esta clase de temas “controversiales”. Aunque en Capitán América: El Soldado del Invierno se habla de vigilancia gubernamental y Pantera Negra es innegablemente sobre los efectos del colonialismo y la militancia afroamericana, siempre son temas que quedan en un segundo plano.
Y entonces llegó la serie de Supergirl, que actualmente podemos ver en Netflix.
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