Cuando el videojuego Gal Gun: Double Peace llegó a nuestras manos, pensamos que se trataba de una entre tantas obras japonesas que tratan de llamar la atención con chicas ‘anime’ atractivas. Pícaro y tal vez un poco problemático, pero inofensivo. Cuando encontramos esa clase de títulos, como Senran Kagura y Kandagawa Girls, tratamos de ser críticos de la sexualización que hacen y disfrutar de sus demás elementos.
No fue posible hacer lo mismo con Gal Gun: Double Peace, pues en este juego la sexualización de sus personajes femeninos está demasiado vinculada a su jugabilidad. Eso no necesariamente tendría que ser un problema. La sexualidad es una parte importante de la vida humana y no hay razón por la que no pueda ser representada narrativa o mecánicamente en un videojuego. Pero este título tiene un contexto muy específico que resulta no solo “problemático”, sino desagradable y ofensivo.
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