Buscar este blog


lunes, 13 de mayo de 2013

El placer de explorar (en los videojuegos)

Tras varios meses de recorrer incansablemente los mares en mi confiable barco rojo parlante, acabe con Ganondorf y terminé The Legend of Zelda: Wind Waker, el cuál es uno de los mejores y más bellos juegos que he disfrutado en toda mi vida, y en mi opinión, el mejor “Zelda” de todos. La razón de que me gustara tanto no radica tanto en su jugabilidad (que es muy buena), ni en sus gráficos (que son hermosos), su música (una obra de arte) o su historia ( es... buena, si) sino por la libertad que me dió para explorar su enorme mundo.


La primera vez que navegamos los mares de este mundo inundado a bordo del “Rey de los leones rojos” estamos abrumados ante todas la posibilidades; Tantas islas, cada una con sus misterios, todos los secretos que oculta ese enorme océano y que queremos descubrir, así Nuestro viaje se ve interrumpido constantemente por la curiosidad, será que si me desvió hacia esa isla podré obtener allí algún tesoro? que protegen esos barcos? y tratar de descubrir cada una de estas cosas es una delicia. Un momento álgido para mi se produjo cuando encontré una pequeñísima isla con esta estatua, y no podía esperar para averiguar su significado, otro cuando en un viaje nocturno me encontré con un barco fantasma que desapareció cuando me le acerqué.


Wind Waker me ayudó a confirmar algo que sospechaba hace mucho tiempo, que EXPLORAR es lo que más disfruto de un videojuego y amo cuando estos me permiten hacerlo a gusto, o no solo me lo permiten, sino que me animan a hacerlo: los personajes hablan sobre los tesoros que oculta el mapa, las rutas lo obligan a uno a pasar por lugares intrigantes y a cada instante se encuentran mapas de tesoros que apuntan a lugares apartados y tal vez desconocidos. Descubrir finalmente estas cosas, que en este juego pueden ser piezas de corazón, rupias, nuevos mapas o hasta items y armas nuevas, es tremendamente satisfactorio y útil, sin embargo, también aprendí que disfruto más de un tipo más diferente de recompensas por explorar en un videojuego.

Cambiemos un momento de juego, vamos a Red Dead Redemption. Hay un lugar en el mapa llamado “Aurora Basin”, es un poco inaccesible, está lejos de cualquier otro lugar en el mapa en el que hayan “cosas para hacer”... y sin embargo llegar allí por primera vez fue una de las experiencias más hermosas que tuve con ese juego, cuando encontré una pequeña cascada en un bello escenario invernal, la cascada de la que nace uno de los ríos principales del mapa, tal vista me llenó de alegría y se siente enormemente recompensado de haber realizado la travesía virtual. Los resultados de mi exploración en este juego pudo no haberme dado grandes beneficios en forma de items, dinero o extras (aunque a veces los hay) pero si me permitió deleitarme con la hermosura de las increíbles localizaciones creadas por los desarrolladores de Rockstar, y me sentí igualmente feliz.


Pero cuándo los resultados de la exploración nos llevan además a conocer más sobre el mundo de este videojuego, su historia o su mitología, es cuando más siento que ha valido la pena, y esto no necesariamente ocurre sólo en juegos con mundos abiertos como los Zelda o Red Dead Redemption, ya que incluso juegos con niveles más lineales como el primer Bioshock o el nuevo Tomb Raider nos dan a conocer sus misterios sólo si recorremos a conciencia todo sus rincones. Ambas obras tienen mapas independientes en lugar de un enorme mundo abierto como los que mencionaba anteriormente, pero estos lugares llenos de secretos y vistas impresionantes. En ambos juegos es posible encontrar documentos y lugares que nos cuentan (o mejor aún, nos muestran, sin expresarlo con palabras) la historia de aquellos que han estado en Rapture y Yamatai antes que nosotros.

Incluso existen juegos que, se puede decir, son exclusivamente de exploración; el maravilloso Shadow of the Colossus se me viene a la mente, donde desde el principio solo se nos da un caballo, un mapa enorme y un rayo de luz, y con esto debemos cruzar enormes llanuras, desiertos, bosques, playas y cuevas para encontrar a cada uno de los enemigos y acabar con ellos. Además, ese mismo mundo, que a veces nos lleva a estructuras destruidas, ciudades abandonadas y templos misteriosos, nos da ideas sobre su historia, sin decir una sola palabra.


Estoy dando ejemplos muy recientes, cierto? sin embargo mi juventud se me fue recorriendo milimetro por milimetro en los Final Fantasy de SNES y PlayStation en Barcos voladores y naves buscando... buscando que? aventura, supongo (y Chocobos, invocaciones, armas, etc). No habían momentos videojueguiles más felices para mi que cuando por fin me ponían en control del barco volador o nave (llámese Highwind, BlackJack, Ragnarok o Lunar Whale) y saber que ahora ya podía poner mis pies virtuales en todos los rincones de los mapas que SquareSoft (sniff... SquareSoft) había preparado para mi. Ver por primera vez en el medio del mar un edificio en que me esperaban dos Guardian Forces en FFVIII, o encontrar un a cueva secreta en la luna en FFIV, sin que nadie me dijera donde estaban fueron dos grandes momentos de felicidad que ya no pude volver a disfrutar en la saga desde que Final Fantasy X abandonó el mapa abierto tan común en estos juegos.


Cuando descubro cosas en juegos así, sobre todo elementos opcionales, que no todos aquellos que los juegan los descubrirán, me siento como una especie de arqueólogo, emocionado al encontrar algo nuevo. Espero no ser el único que se siente así al respecto, ya que es una de las principales razones por las que amo los videojuegos.

6 comentarios:

BlackLothos dijo...

Completamente de acuerdo.

Como olvidar la primera vez que llegué a la isla de FFVII en dónde podía conseguir la invocación de los caballeros. También recuerdo Wind Waker el recorrer cada centímetro del mapa buscando como tu dices desde rupias hasta cosas poderosas.

En el último año (+ o -) hay dos juegos que me han provocado esa emoción Skyrim y Fallout New Vegas. Aunque los juegos están hechos exactamente para eso, todavía recuerdo la primera vez que llegué a las partes nevadas de Skyrim o cuando subí la colina de para llegar al puesto de avanzada de Mojave y descubrí toda esa maravilloza destrucción, para al final llegar ante aquelals dos imponentes estatuas.

Y aunque había misión en ambos casos, el simple hecho de recorrer esos lugares imposibles es suficiente recompenza.

The Dread Guy dijo...

Totalmente de acuerdo, uno de mis juegos favoritos, a pesar de no ser muy bueno, fue Harry Potter y La cámara secreta, pues me permitía explorar Hogwarts a mi antojo, tal como me lo imaginaba mientras leía los libros, era una experiencia increíble.

38pajaros dijo...

La exploración es un elemento caído en desgracia desde hace años :(
No me acuerdo de la mayoría de los compañeros de clase de cuando tenía 10 años, no recuerdo la mayoría de lo que me enseñaron en esas clases, ni a que jugaba ni con quien me iba en el recreo, pero casi dos décadas después sigo teniendo fresco en mi cabeza el mapa de "The legend of Zelda: link's awakening" y de como probaba a meterme por todos los rincones y buscar todos los huecos.

Que vuelvan los mapamundis!

Mccloudken dijo...

Vaya que emoción puede dar eso de la exploración, a mi el que me dejo fascinado en ese aspecto fue FF XII, haciendo a un lado la historia y el modo de batalla, me gusto mucho lo de las recompensas porque habia que buscar en determinado lugar y en algunos en determinado clima.

Hasta ahora ha sido el que le dedique mas horas, muchas mas que el FF VII, IX o X.

Roy dijo...

Comparto totalmente tu opinión, la exploración en un videojuego puede ser una maravillosa experiencia. Si no lo has probado, te recomendaría jugar a Xenoblade, es un videojuego que disfrutas muchísimo si te gusta explorar cada recoveco de un videojuego, tiene unos escenarios enormes, variados y preciosos.

Tiex dijo...

Ya sabes mi opinión al respecto, pero solo te digo que me han entrado ganas de jugar a Wind Waker otra vez :)